17 de diciembre de 2022

[Análisis] Pokémon Escarlata/Púrpura


Pokémon es una de las franquicias clave de la industria del videojuego, con un alcance que va más allá de los límites del medio, siendo conocido en todo el mundo con sus múltiples productos. Sin embargo, a pesar del éxito de su serie de televisión, la entrega para móviles de Pokémon Go, múltiples spin-offs... la serie sigue atada a su sistema de "generaciones", estableciendo un RPG de combate por turnos y captura de criaturas como el gran salto jugable y de presentación del núcleo principal de nuevos pokémon.

Precisamente en esa clase de títulos es donde más dudas estaba dejando la serie últimamente. Por una parte, teníamos a un grupo de jugadores molestos por la excesiva sencillez de las nuevas entregas. Otros lamentaban el reducido salto técnico tras el paso a sistemas más potentes. La pérdida de "esa magia" que sentíamos en la serie cuando éramos más jóvenes. O, a veces, que no se atrevieran a hacer algo más arriesgado con una saga que ha acompañado a muchos jugadores durante más de la mitad de sus vidas.

La nueva entrega, Pokémon Escarlata/Púrpura, se presentaba como el primer juego de mundo abierto de la serie, nos tocaba especialmente por su ambientación en tierras hispanas y, a primera vista, parecía mantener muchos de los elementos de los que los jugadores llevaban quejándose durante años. Tras un mes desde su lanzamiento, vamos a analizar sus diferentes aspectos y lo que supone este título.

La trama de este título nos lleva a la región de Paldea, la cual está ambientada en los países del sur de Europa (principalmente España) y en la que hay dos principales alicientes diferenciadores con respecto a otras regiones visitadas en la saga: es de muy rica gastronomía (la práctica totalidad de tiendas en cada ciudad serán diferentes establecimientos de comida que darán ventajas pasivas a nuestro personaje) y la Academia Naranja/Uva -dependiendo de la versión que juguemos-, estableciendo toda la región como un gigantesco campus al aire libre en el que se insta a sus alumnos a viajar durante el curso escolar para encontrar "un tesoro" en su camino, generalmente como resultado de sus vivencias.

Ese foco en la educación y la ciencia también radica en el centro de la región: la Zona Cero, un gran foso en el centro donde se dice que hay un tesoro perdido y múltiples expediciones se perdieron en el pasado, pero que en la actualidad mantiene un laboratorio dirigido por el profesor Turo o la profesora Albora, estudiando la cristalización de los pokémon, el método de transformación especial de la región como antes fueron la Megaevolución, Movimientos Z o Gigamax. En este entorno, nuestro protagonista será un nuevo estudiante de la academia con un gran talento para los pokémon que despertará el interés de múltiples estudiantes y profesores.

Esto nos llevará a una historia que se bifurca en tres caminos: la Travesía de la Victoria será el clásico reto en el que derrotar a los líderes de los diferentes gimnasios repartidos por la región para poder retar al Alto Mando y convertirnos en campeones, inspirado por Mencía, nuestra vecina y última campeona de la región, obsesionada con los combates pokémon a un nivel comparable al de Goku en Dragon Ball. A pesar de ser la ruta menos interesante en términos argumentales, sí que logra hacer a sus líderes de gimnasio relativamente interesantes, sobre todo por sus relaciones con diferentes personajes o las regiones que ocupan, que por otra parte da la sensación de que la región tiene poca población, como podemos observar en sus reducidos poblados con un tamaño diminuto, sin casas en las que entrar y una personalidad casi nula, entregados básicamente al quehacer de su líder de gimnasio y poco más. Es quizás de lo peor del juego: la región de Paldea parece vacía y con poblaciones aisladas de poco peso. Eso sí, al menos es de agradecer que los minijuegos que debemos superar antes de poder retar a cada líder de gimnasio, aunque ridículamente sencillos, al menos nos hacen tener que realizar cosas diferentes, como acertijos, juegos de encuentra a Wally, un descenso en la nieve...

La Senda Legendaria nos llevará a acompañar a Damián, el personaje más trágico del todo el juego y uno de los que más nos llegará a emocionar, en un reto para superar a los grandes pokémon dominantes de la región y encontrar unas especias especiales que protegen y que él busca por su ambición culinaria u otra razón oculta. Jugablemente es la más simple, ya que no presenta demasiadas diferencias con las expediciones contra los pokémon de diferente teratipo, sólo que lo hacemos con un único compañero. Finalmente, la Vía Stardust nos llevará a enfrentarnos a los "villanos" del juego: el Team Star, grupos de estudiantes rebeldes que no acuden a clase y han formado bases por la región liderados por diferentes capitanes que una misteriosa persona nos pide derrotar. Descubrir con profundidad a las personalidades de cada capitán y las razones para formar este grupo será, sin duda, uno de los mensajes más bonitos del juego sobre ser diferentes y la fidelidad a nuestros principios.

Además de ello, la propia academia también tendrá su propia trama a través de las clases y exámenes en diferentes asignaturas que pueden hacerse un tanto pesados, ya que se desbloquean en bloques y nos podemos llevar muchos minutos acudiendo a las clases de cada profesor o haciendo sus exámenes uno detrás del otro. Eso sí, resultan un tutorial avanzado realmente sólido y además tienen otro aliciente extra: cada profesor tendrá su propia historia que se desarrolla conforme avanzamos en sus clases, algunos reflejando dudas sobre la personalidad que quieren mostrar, sobre la forma de dirección de la escuela, sobre lo que importa dejar atrás su vida pasada, sus ambiciones... ellos, además de un Alto Mando realmente carismático y que nos reta de una forma única, completan el que podríamos considerar como el mejor grupo de personajes que jamás se nos ha presentado en un juego de la saga.

A partir de ahí ya dependerá de cada jugador decidir si estamos ante el mejor juego en el plano argumental de toda la historia de la saga, pero desde luego este título está entre los mejores. Ya hemos comentado que falla a la hora de presentar una región realmente interesante (ahí Alola seguramente estuvo en la cima) y que es terrible en sus ciudades, casi sin NPCs con los que hablar y con todas las casas cerradas, pero la capacidad para mostrarnos a personajes interesantes que nos deja este título es algo a alabar. Las aventuras que vivimos juntos tras superar las diferentes rutas nos demuestran que este juego logra destacar en algo donde los juegos de Pokémon sólo se habían acercado lejanamente en ciertos títulos o con determinados personajes, pero aquí todo es más coral y con varias visiones distintas de la región.

Jugablemente el título presenta su mundo abierto como el elemento central. En lugar de las clásicas Rutas, en Paldea podremos movernos libremente por sus entornos plagados de pokémon, pudiendo encontrar a fantasmas en ruinas o cuevas, criaturas acuáticas en lagos o costas, los tipo roca en entornos escarpados... se nota la experiencia con Leyendas Pokémon: Arceus, aquí con una exploración más expandida y libre, aunque quizás se hubiera agradecido una mejor representación de un ecosistema y no simplemente criaturas que canónicamente son rivales caminando juntas en coros dando vueltas por ahí. A pesar de ello, sí son interesantes detalles como los pokémon en árboles o que flotan con el viento. Sea como sea, de las limitaciones técnicas del juego ya escribiremos en otra sección.

La sensación de libertad y de que hay premio por la exploración (encontrar pokémon raros, MTs, objetos...) es enorme, llegando a convertirse en un problema jugable porque tendremos la sensación de que hay que acelerar el paso al siguiente gimnasio para que nuestros pokémon nos sigan obedeciendo, ya que es tan fácil perderse entre laderas y cuevas que podemos acabar con mucho más nivel del que nos gustaría. Ese es quizás de los aspectos más complicados de calibrar en un juego de mundo abierto y aquí hubiera sido interesante que al menos los combates contra líderes de gimnasio, pokémon dominantes o capitanes del equipo Star hubieran tenido un nivel adaptable, ya que como nos dejemos algo atrás o ganemos más nivel de la cuenta habrán ciertos combates o zonas que nos darán una clara sensación de que estamos abusando de rivales muy por debajo de nuestro nivel.

La exploración en estos terrenos se va mejorando por los avances en la Senda Legendaria, que le reportará nuevos poderes a nuestra montura, un pokémon legendario que rescatamos al principio de la historia y que se niega a luchar. Podremos ganar mejoras de salto, nado, planeo, escalada... serán un poco como las antiguas MO, aunque ciertamente con ingenio podremos llegar a sitios insospechados muy alejados de lo que deberíamos en circunstancias normales. Pero la verdad es que este juego cambia en muchos aspectos varios elementos básicos de la saga: el acceso al PC ahora se realiza desde el menú, pudiendo cambiar los pokémon del grupo en todo momento. Desde el menú de cada criatura podremos cambiarle su nick o hacerles recordar movimientos sin coste, las MTs vuelven a ser de un solo uso pero, a cambio, cuando consigamos una podremos fabricar más copias de la misma con materiales que logramos al derrotar o capturar pokémon, los entrenadores ya no nos retan al vernos y, de hecho, se nos insta a derrotar a todos los repartidos por cada zona para recompensas en los Centros Pokémon... eso sí, la gestión de los menús es horrible a niveles que no se explican en una saga que suele mejorar mucho en este apartado. Lo del sistema de orden del inventario o la Pokédex casi sin opciones (my bonita y todo lo que queramos, pero no tiene ni un buscador) es algo que sólo se puede justificar con las prisas por lanzar el juego rápidamente.

A todo ello se le une la Teracristalización, una nueva mecánica en combate que necesita cargar de poder una pokéball para cristalizar a nuestro pokémon, haciendo que se sitúe en un único tipo (el de su orbe correspondiente, a veces diferente de sus tipos normales) y los movimientos de su orbe causen un daño todavía mayor. Es uno de los elementos en los que más se ha explorado esta aventura, que también presenta muchos más movimientos con un poder enorme pero que eliminan ese tipo del usuario, de forma que podremos causar un daño masivo de tipo Eléctrico, por ejemplo, y ese pokémon se quedará exclusivamente como del tipo dual restante. Además, hay muchas más habilidades originales que buscan reforzar elementos como los campos elementales, ataques duales (una pena que sean tan pocos los que podemos jugar en este título) y muchos detalles aquí y allá que demuestran que han querido tratar de sorprender con las ideas para las nuevas criaturas y sus combinaciones o métodos de evolución. No todas son revolucionarias y ya existían en entregas previas, pero que no se hayan olvidado de estas mecánicas y se haya ampliado su variedad o integrado algo mejor sí que es interesante.

También de Pokémon Leyendas se ha heredado la opción de soltar a nuestro pokémon en un lanzamiento de ball, útil para luchar contra pokémon lejanos, pillarlos por sorpresa o hacerles atrapar objetos que no tenemos a nuestro alcance, si bien se nota que han reducido las opciones de lanzamiento en este título con respecto a las virguerías posibles en ese spin-off. De aquí también surge la opción de tener a nuestro pokémon caminando junto a nosotros para que recoja objetos por su cuenta o mandarlo a luchar en solitario contra los pokémon de la zona, en una funcionalidad útil para limpiar y subir de nivel sin muchas preocupaciones, pero que en realidad se queda en un elemento obligatorio para superar los campamentos de la Vía Stardust.

Al final, nos queda un juego de Pokémon con múltiples desequilibrios lógicos por su mundo abierto, pero que funciona bastante bien a pesar de ello, resultando entretenido y divertido a lo largo de su desarrollo, superando tranquilamente las cuarenta horas de partida sólo con sus retos iniciales, pero abriendo muchos otros retos tras los mismos: completar la pokédex, superar las batallas multijugador (o en solitario, generalmente más complejas) para capturar pokémon teracristalizados, liberar a los pokémon legendarios sellados en la región, explorar el Área Zero y afrontar muchos retos tras el final del juego, con gran cantidad de batallas especialmente duras en diferentes eventos. A pesar de los cambios, sigue teniendo ese núcleo que sigue atrapando a los jugadores de la saga, aunque quizás la gestión de los campings (nuevo método para crianza) es algo más irregular por lo abusable que resulta. Y la opción de jugar al título con otros amigos mediante juego en línea se queda en eso, no han planteado muchos más alicientes para que el juego en conjunto a un Pokémon en mundo abierto sea demasiado diferente a las experiencias ya vividas en Pikachu/Eevee o Escudo/Espada. Es más, hasta para cambiar pokémon parece que hemos dado varios pasos atrás.

Los juegos de Pokémon nunca habían puesto el foco a su apartado técnico, principalmente porque su propia escala los hacía tremendamente difíciles de gestionar, pero en este título la presión por lanzarlo antes de las Navidades y con un mundo abierto el resultado ha sido... pobre, por no decir algo peor. Prácticamente todo el juego se presenta con unos dientes de sierra en casi todos sus modelados, especialmente la hierba, que de hecho desaparece a medias distancias como buena parte de los propios pokémon, que surgen con popping como si fuese lo más normal del mundo. Es terriblemente fácil encontrar fallos técnicos en el apartado gráfico del juego, con cámaras en mitad de un combate que nos dejan ver bajo el suelo, pokéballs que flotan o se hunden en el escenario, pokémon salvajes metidos en las paredes, giros sin sentido, desaparición de ciertos elementos en animaciones...

Y eso serían los bugs recurrentes, que en otros aspectos técnicos la cosa está peor: los frames en movimiento de NPCs brillan por su ausencia, hasta el punto que te llegas a preocupar por si tu consola está teniendo problemas serios para mantener el juego corriendo. Realmente no llega al punto de romperse del todo (salvo que juguemos muchas horas seguidas y el guardado automático pueda fallar), pero desde luego es inadmisible que hasta en las situaciones más guionizadas, con giros de cámara fijos, veamos tales horrores. Es incomprensible como algo así ha llegado al mercado para que lo vean millones de personas, con algunos momentos donde hasta sentimos que no hay un nivel técnico muy diferente al de Nintendo 3DS y al menos allí no habían ralentizaciones.

Lo peor es que en algunos momentos hasta se ve decente y sentimos que hay una buena distancia de visionado del fondo, especialmente con las luces que emanan las teracristalizaciones, es espectacular pensar que podemos luchar contra un pokémon viendo una ciudad de fondo, los diseños de muchos personajes son sugerentes... pero todo se queda corto. Tampoco ayuda la poca variedad de ropajes o peinados/colores de pelo disponibles para nuestro personaje, que con la excusa del uniforme de la escuela tiene poca diferenciación y esto se nota mucho al jugar con amigos, salvo que vayamos por opciones muy extravagantes. Lo de la ausencia de muchos entornos cerrados como las casas de NPCs o las propias tiendas es ya algo que hemos repetido muchas veces.

En el aspecto sonoro el título sí muestra un mejor nivel, aunque evidentemente recicla muchos sonidos de juegos previos. Es incomprensible que eliminasen el característico sonido cuando un pokémon variocolor está por la zona que existía en Leyendas: Arceus, lo que nos obliga a estar con mil ojos para encontrar alguno que es diferente, pero tampoco es algo tan grave. Las melodías del juego tienen un buen nivel, tema de Ed Sheeran incluido, por mucho que el artista se le atragante a muchos jugadores por razones evidentes de sobrexposición al mismo. Desde luego no llega a compensar el horror del apartado visual, pero por lo menos sí tiene sus elementos positivos.

El primer título de Pokémon como mundo abierto nos deja muchos problemas técnicos o de representación de su propia región, pero sin embargo logra mantenernos atrapados una vez más con la solidez de su apartado jugable y el buen salto realizado en su argumento. En teoría, debemos esperar que las deficiencias en su apartado técnico se puedan superar en el futuro con próximas entregas (hay múltiples estudios de Nintendo que pueden realizar algo más sólido en una Nintendo Switch) y el nivel alcanzado en sus otros aspectos es lo suficientemente bueno para, por lo menos, mantenerse en el mismo o incluso mejorarlo. Ese es el problema de Pokémon: tiene una base tan "perfecta" que con unas cuantas modificaciones y novedades puede seguir manteniendo al atención de su público, pero si abandona de forma tan descarada otros apartados es normal sentir que no lo están dando todo.

Pokémon Escarlata/Púrpura es eso: sí, puede que otros juegos que están explorando la fórmula puedan ser más equilibrados en variedad estratégica como Monster Sanctuary, más divertidos y cómicos como Nexomon, tener un mejor foco en el multijugador como Temtem... pero ninguno de esos títulos aspira a tener, ni de lejos, el tamaño y la solera de este juego, que sigue siendo sólido en sus apartados clave, se adapta sorprendentemente bien a un concepto tan diferente como el mundo abierto y logra sorprender a sus jugadores de nuevo. ¿Nos tenemos que conformar porque "esto es lo que hay"? Allí ya depende del criterio de cada jugador, pero por nuestra parte el título nos ha resultado tremendamente entretenido durante todo su desarrollo y ha logrado tocarnos el corazoncito en más de un momento. ¿Qué sensación os ha dejado a vosotros?

1 comentario:

  1. Yo suelo dejar el apartado técnico en lugar secundario, y la abrumadora mayoría de lo que juego hace años que salió, pero aquí me indigne y me cegue. Vi a mi hermano jugandolo y a veces me daba la sensación de ser un juego de GameCube, es vergonzoso. Me estaré haciendo mayor supongo.
    Pero claro, que más les dará, récord de ventas como siempre, a seguir así game freaks.

    ResponderEliminar