12 de marzo de 2024

[Análisis] Like a Dragon: Infinite Wealth

Shenmue fue uno de esos títulos que resultaron claves para una compañía como Sega. Su lanzamiento original allá por el año 1999 para la todopoderosa Dreamcast supuso todo un salto técnico para la industria... y uno de los mayores batacazos comerciales de la época, incapaz de empujar las ventas de su consola y resultando un agujero económico que, entre tantos otros, acabó haciendo que Sega abandonara el desarrollo de consolas. Sin embargo, parte de ese espíritu argumental y jugable permutó en la serie Yakuza, manteniendo parte del estilo visual, el semi-mundo abierto, decenas de minijuegos y una trama influenciada por los tejemanejes de la mafia nipona.

Esta serie fue creciendo argumental y jugablemente, afilando su estilo hasta que, sorprendentemente, en la séptima entrega decidieron cambiar al protagonista fijo de la franquicia y adaptar el estilo de combate al género de RPG por turnos. Yakuza: Like a Dragón fue todo un éxito, logrando convertirse en un nuevo punto de entrada a la saga y capitalizando en el esfuerzo de localización a más idiomas, español incluido. El impacto del título fue tal que sembraba las dudas sobre cómo continuar la saga, si seguir con el nuevo experimento o volver a lo que había sido la serie hasta el momento y la respuesta nos llega con este Like A Dragon: Infinite Wealth, una secuela directa del último título pero incorporando al protagonista clásico de la serie al grupo de Ichiban. Un intento de unir ambos caminos de la saga hacia un nuevo futuro y que, por supuesto, había despertado un gran interés.

El juego nos sitúa unos años después del final de Yakuza: Like A Dragon (no se recomienda jugar esta entrega sin completar la trama del mismo), con Ichiban y compañía asentados en Ichinjo y rehaciendo sus vidas. No obstante, las cosas no podían salirle bien a nuestro protagonista, que ve como a causa de una campaña de difamación su nueva vida se derrumba.

Sin nada especial que hacer, y pensando como reconducir su situación, Sawashiro le informa que su madre, a la que nunca ha conocido, está viviendo en Hawái, y que podría aprovechar para visitarla. Así que ni corto ni perezoso, nuestro héroe se va a la isla paradisiaca… donde le estafan y se ve mezclado con mafias el primer día.

Afortunadamente, Kiryu estaba en la zona y le echa un cable, aunque también descubren que la situación en la isla es más complicada de lo que parecía y encontrarse con su madre no será una tarea fácil. ¿Unas vacaciones de ensueño? No si te llamas Ichiban Kasuga.

En nuestra aventura isleña encontraremos nuevos camaradas y nos reuniremos con viejos conocidos, lo que nos dará un plantel de personajes más amplio que en el anterior título, a pesar de lo cual esta entrega logra que sigan existiendo buenas dinámicas e interacciones entre ellos. Esa mezcla de autocompasión, fe en uno mismo y en el grupo o la nueva incorporación de Kiryu como veterano de la mafia que ha pasado por tantas y tantas situaciones, resultando una especie de maestro para Ichiban... es una historia que mezcla el absurdo, el drama y la absoluta naturalidad de conversaciones tremendamente adultas y sanas, algo que esta serie logra realizar como pocas en el mercado.

Se podría considerar que el juego tampoco revoluciona o cambia demasiado en este aspecto con respecto al anterior, pero este es precisamente uno de los cimientos en los que la serie ha ido creciendo y se puede decir que cada entrega logran mejorar este apartado. Es sutil, pero va más allá del "si te gustó el anterior evidentemente este también te gustará", porque han logrado pulir y sorprender en el apartado narrativo a pesar de estar en una secuela, perder el factor sorpresa de los nuevos protagonistas y tras la marcha de los directores clave de la saga. Esta serie sabe muy bien hacia dónde va y el camino es muy sólido.

El sistema de juego nos sigue llevando a una exploración en 3D de grandes entornos en mundo abierto, pero con barreras de nivel o razones argumentales para impedir que nos vayamos demasiado lejos. Es un poco como el anterior, pero todavía más amplio: por un lado, la exploración por la ciudad (a parte de Hawái podremos volver a Ichinjo y Kamurocho, por lo que hay bastantes cosas que hacer y grandes mapas que explorar) nos ofrece las típicas subhistorias, ya sean cómicas o dramáticas; minijuegos, como los clásicos arcades y mahjong o nuevos como el repartidor a lo Crazy Taxi; tiendas, donde abastecernos; tesoros, escondidos por toda la ciudad, sea por el suelo o en cofres; la liga Pokémon Sujimon, que historia aparte, nos da la opción de completar la pokédex sujipedia; la isla Dondoko, que nos permite administrar un resort turístico; enemigos aleatorios que salen a nuestro encuentro mientras recorremos las ciudades; mazmorras opcionales… Siempre tendremos cosas que hacer, porque el título tiene contenido para dar y regalar.

Por otro lado, tendremos el combate, que sigue siendo el de combate por turnos en tiempo activo de la entrega anterior, pero con algunos retoques. El sistema básico es el de JRPG por turnos, donde el posicionamiento y el entorno jugarán un papel relevante. La pega de esto es que muchos de los ataques de área seguirán perdiendo eficacia a causa del constante movimiento enemigo, como ya pasaba en el anterior. A la hora de ejecutar habilidades, tendremos la opción de potenciarlas ejecutando una secuencia de botones (normalmente presionar en el momento justo o machacar botones, aunque pueden ser ambos), pero el juego deja bastante margen y el efecto no es tan marcado, por lo que no obliga a dominarlo, como pasa en otros títulos del estilo.

Uno de los principales problemas de Yakuza: Like A Dragon era el sistema de trabajos, que tal y como estaba implementado era poco práctico. Los atributos de los personajes iban muy ligados a su nivel de clase, así que cambiar a uno nuevo se nos penalizaba mucho y limitaba un poco la experimentación. Además, las habilidades que podías equipar de otros eran muy limitadas… pero ambas cosas se han corregido. Ahora todas las habilidades son equipables (el número depende del nivel de vínculo entre los protagonistas) y los atributos atribuidos al trabajo son mínimos, siendo la experiencia básica de cada personaje el principal elemento de los mismos. Esto provoca que cambiar de trabajo no penalice mucho, más que perder algunas habilidades o tener un arma menos evolucionada. De esta manera, es mucho más fácil experimentar e ir probando opciones, lo cual se agradece porque tenemos todos los oficios del título anterior además de unos cuantos completamente nuevos.

Gracias a estos cambios, los combates resultan más satisfactorios y entretenidos. Además, el juego permite acelerar la contienda contra enemigos a los que les saquemos diez o más niveles, lo que evita parones para quitar del medio a enemigos que no nos supongan ningún reto, puede dar algo de experiencia si estamos usando trabajos que tenemos a poco nivel y también tendremos mazmorras extras que servirán como lugar de entrenamiento o para obtener equipo. Si os gusta el combate, podéis luchar muchísimo.

La dificultad del juego varía bastante en función del contenido opcional que hagamos, ya que nos permite conseguir dinero o equipo de múltiples formas diferentes, haciendo que la escala de dificultad sea un tanto variable, aunque generalmente lo suficientemente equilibrada para que sea como mínimo aceptable. A la que no nos descuidemos mucho con el nivel o equipo, jugando en dificultad Normal, no tendremos demasiados problemas para completar el título, pero a medida que avancemos será necesario usar un mínimo de estrategia con los trabajos y habilidades. Es raro encontrar algún combate que se nos atragante en exceso. Para quienes quieran un reto mayor, están los otros modos de dificultad que obligan a buscar más triquiñuelas para reforzar al grupo de formas dispares.

Con tanto contenido, está claro que la duración del título es muy variable dependiendo de cuánto quiera completar el jugador, pero incluso centrándose en la historia es difícil que baje de las cuarenta horas y esa cifra puede duplicarlas fácilmente si hacemos algo de contenido opcional. Si quieres completar Infinite Wealth al 100%, prepárate para echarle más de cien horas. Además, una vez acabada la historia tenemos el modo Aventura Premium, que nos permite seguir jugando sin restricciones argumentales, de forma que será posible completar las tareas pendientes (con total libertad de movimiento, pudiendo cambiar la hora del día, etc.) una vez hemos solventado la trama principal.

En este aspecto duele un poco que la opción de Nuevo Juego+, solo esté disponible mediante DLC de pago, ya que nos apunta un poco de hacia dónde van Sega o Atlus a la hora de comercializar sus sagas de renombre. No obstante, sigue siendo una opción que tampoco se hace tan importante, sobre todo existiendo la Aventura Premium. Simplemente, si queremos revivir algunos momentos de la trama, será mejor dejar puntos de guardados en esos puntos.

Ya que hablamos de DLCs, las ediciones con extras se centran también en añadidos de la isla Dondoko o la liga sujimon, pero solo sirven para acelerar algo esas secundarias, no aportan nada nuevo. Y los trabajos nuevos exclusivos de descarga, tras haber probado los que regalaban por reserva (Defensa y Tenista), sólo podemos decir que son generalmente originales, pero tampoco es que sintamos que estemos cortos de posibilidades con las opciones base. Aunque los retos de este contenido de pago podrían ser interesantes si os quedáis con ganas de todavía más batallas.

El apartado gráfico es una mejora sobre el juego anterior, resultando especialmente notorio si se juega en PC, PlayStation 5 o Xbox Series. La mayor variedad de decorados, el buen reciclaje y expansión de los elementos del anterior y el pulido general hace que el juego gane enteros. El sistema artístico sigue mezclando el realismo con algunos elementos de fantasía, generalmente asociados a los delirios de Ichiban y la propia locura de la cara oculta de Japón, con múltiples momentos tremendamente cómicos o ciertamente espectaculares.

El apartado sonoro no tiene nada que envidiar a la entrega anterior y nos viene doblado tanto en inglés como en japonés, ambos con buen nivel. La Banda Sonora del título, además de muchos temas que acompañan perfectamente a la acción, también incorpora homenajes a prácticamente toda la familia de Sega, por lo que podréis dar vueltas por Hawái con un tema de la saga Persona de fondo.

Like a Dragon: Infinite Wealth logra asentar y reforzar los buenos elementos que introdujo Yakuza: Like a Dragon. Es un ejemplo perfecto de lo que implica el "más y mejor" para una secuela, pero en este caso logrando mantener el tipo a nivel argumental (algo que no era nada fácil) aunque también dejando claro que es una secuela de múltiples títulos previos con la llegada de Kazuma Kiryu, lo cual hace que no solo sea recomendable haber jugado al anterior para comprender bien lo que llevan en la espalda estos personajes, ahora ayuda mucho haber jugado a todos los Yakuza anteriores para saber el peso que soporta el protagonista por antonomasia de la serie. No es imprescindible, pero los guiños son constantes.

Pero, en términos generales, si te interesa este título y aún no has jugado al anterior, hazlo. Estás tardando. Es un juegazo. Si ya has entrado en la familia Like A Dragon, sabes lo que te espera con esta entrega y aún así lo vas a disfrutar enormemente, porque estamos ante una secuela muy bien cuidada que tenemos disponible en PC y sistemas PlayStation o Xbox con textos en perfecto español. ¿Qué sensaciones os ha dejado a vosotros? Estamos encantados de debatirlo.

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