22 de noviembre de 2021

[Análisis] Voice of Cards: The Isle Dragon Roars


Hay movimientos de diferentes compañías que tienen difícil justificación y el de Square Enix en el último cuarto del año ha sido especialmente llamativo, al hacer que varios de sus veteranos creativos realizaran RPGs con una regla muy básica: el coste de los mismos debía ser el menor posible. Si ya de por sí esta jugada podía aparentar resultar poco respetuosa, el hecho de lanzarlos todos casi al mismo tiempo nos hace preguntarnos si la compañía simplemente estaba tratando de desanimarles o se trataba de un movimiento de cara a la galería para aumentar la cantidad de juegos que han lanzado en su año fiscal.

Así las cosas, Actraiser Renaissance (remake del primer título de Quintet, realizado por Hideo Iwasaki), Dungeon Encounters (con Hiroyuki Ito al frente) y Voice of Cards: The Isle Dragon Roars (con el equipo que realizó los NieR y Drakengard, teniendo a Yoko Taro y Yosuke Saito al frente) han sido estos tres proyectos lanzados de golpe. El último será el que analizaremos en este artículo, un juego que no resulta más que un RPG de combate por turnos e historia clásica pero con una estética atada a cartas. De bajo presupuesto y lanzado para PC, Switch y PlayStation 4 el mes pasado a precio reducido, vamos a repasar todos los aspectos que ofrece este proyecto:

En una región donde la Orden Blanca se ha convertido en toda una institución para sus gentes, como proveedores de artículos curativos y también con un grupo organizado de guerreros o hechiceros, un dragón surge en los cielos y la reina ordena su aniquilación a todos los cazarrecompensas del mundo a cambio de una jugosa recompensa. Nuestro protagonista (Stóbal, aunque podremos elegir el nombre que gustemos) acompañado por el monstruo Zafir decide unirse a la cacería para lograr el dinero, misión a la que se une la hechicera Kuroé, quien tiene otros objetivos en mente para perseguir al dragón. La historia es, pues, bastante típica y aunque guarda algún giro, no es nada sorprendente para cualquier jugador medianamente experto en el género RPG, por lo que ni siquiera los diferentes finales y el contenido desbloqueado tras completar la aventura se pueden considerar como suficientes para mejorar este aspecto.

Quizás es un poco más llamativo la cantidad de eventos aleatorios con diferentes resultados y el hecho de que las cartas de todos los personajes o enemigos puedan voltearse tras cumplir determinados eventos o derrotarlos mucho, ampliando sus correspondientes historias en nuestro glosario, no pasa de ser una herramienta extra para añadir el azar clásico de las tiradas en un RPG de papel y lápiz o, simplemente, un método para ser cómicos o siniestros en la representación del mundo y sus habitantes. Se nota parte del humor del equipo en estos aspectos, pero no deja de dar la sensación de que no es más que una versión concentrada de una historia típica del género.

Voice of Cards se juega como un RPG de combate por turnos y encuentros aleatorios en el que podremos llevar hasta tres personajes en el grupo y, cada uno de ellos, podrá llevar un máximo de cuatro habilidades encima, lo que eventualmente hará que decidamos cuáles queremos mantener activas. Además, todos ganarán algún tipo de técnicas pasivas y tendrán su propio equipo. El sistema de combate y evolución es tremendamente básico, siendo los únicos aspectos particularmente llamativos el hecho de que tantos aliados como enemigos tengan marcada de forma pública su ataque, defensa y salud, el sistema de gemas para marcar el coste de nuestras habilidades (ganamos una por turno de aliado, aunque contaremos con objetos y técnicas para generar más) o el hecho de que muchos efectos adicionales como estados alterados sólo se activan si se logra la cantidad pedida en la tirada de un dado.

Con todo esto y una evolución muy lineal o limitada (el nivel máximo es el 30 y la cantidad de equipo existente en el juego se queda en 54 piezas), el título resulta extremadamente sencillo, permitiendo que podamos vencer a jefes prácticamente sin que nos toquen y que los enemigos del campo sólo tengan una ventaja: ser muy pesados por un elevado ratio de encuentros. Sólo los combates finales presentan algún tipo de complejidad en nuestra aventura, pero a esas alturas podremos tener tal cantidad de objetos curativos y potentes habilidades que tampoco es que suframos demasiado. Sí, la exploración en el sistema de casillas, volteando las cartas que rodean la que pisamos para revelar el camino es interesante y el juego cuenta con una decente cantidad de secretos, eventos aleatorios y misiones opcionales, pero tampoco es que puedan hacer mucho más que hacer amena nuestra partida, que puede durar algo más de diez horas si nos dedicamos a completar tareas opcionales como conseguir todas las cartas de objetos u enemigos. El 100% de los Logros o Trofeos, de hecho, tampoco permitirá que el juego alcance las veinte horas, lo que dice mucho de su tamaño.

El título está completamente realizado con cartas, salvo en las animaciones de ataques o habilidades, que cuentan con efectos bastante llamativos. Esto hace que la variedad de los escenarios no exista y, simplemente, podamos desbloquear mesas o fichas con diseños diferentes, pero poco más. Los diseños de personajes y enemigos son muy sólidos, con el reconocible trabajo de Kimihiko Fujisaka, aunque los límites presupuestarios también tocaron especialmente este aspecto y la cantidad de NPCs o enemigos es muy reducida, explotando muchos los cambios de color o detalles extras en sus diseños en estos últimos. A la larga, se nota demasiado esta gran limitación.

En el aspecto sonoro, el equipo de Keiichi Okabe hace un gran trabajo pero, de nuevo, con una cantidad de temas muy reducida que obliga a reutilizar ciertas composiciones en determinados momentos donde no quedan tan bien o incluso pueden llegar a hacerse demasiado pesados porque suenan ininterrumpidamente durante demasiado tiempo. El aspecto sonoro también está bien cuidado para el tamaño del juego, alabando especialmente el doblaje del título con Todd Haberkorn -en inglés- como voz en toda la aventura, tanto como narrador como dando voz a todos los personajes, si bien también es posible cambiar a Hiroki Yasumoto en la versión japonesa.

Voice of Cards: The Isle Dragon Roars es una pequeña historia en un reducido presupuesto que no busca ser nada revolucionaria en ninguno de sus aspectos, sólo ser correcto en todo lo que propone. Su reducidísima dificultad y el elevado ratio de combates aleatorios hacen que no sea un título que se pueda recomendar demasiado, ya que realmente sólo tiene algunos aspectos que destacan un poco sobre el aprobado, pero hay muchos mejores títulos en el mercado. Podría ser llamativo como opción para los que quieran iniciarse en el género, pero la trama y sus reversos argumentales siniestros lo hacen poco recomendable para jugadores jóvenes, mientras que los expertos se quedarán deseando algo más de variedad y complejidad o duración.

Ciertamente, no sabemos cuál fue el objetivo de Square Enix con este trío de proyectos del que Voice of Cards forma parte, pero da la sensación de que siendo conocedores de lo complicado que está el mercado de juegos premium (es decir, títulos que hay que comprar) en móviles, nos han colado juegos que normalmente llegarían a esos dispositivos, pero en consolas y PC. Los límites presupuestarios impiden que tengamos nada especialmente llamativo entre manos, sólo muy correcto porque están realizados por creativos de demostrada experiencia. Y, a estas alturas, no sabemos hasta qué punto, como jugadores, nos vamos a sentir interesados en obras correctas sin más. Porque, realmente, eso es lo que es este título.

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