[Análisis] Fretless - The Wrath of Riffson
Los RPGs de ritmo han sido relativamente habituales en el género, nunca demasiado, pero sí que nada más que se pudieron diseñar Bandas Sonoras con cierta calidad se empezaron a plantear títulos donde las pulsaciones en el momento justo, siguiendo un cierto ritmo o indicativo visual, servía para aumentar o disminuir el daño de nuestros ataques. Otra tendencia, ya con popularidad más reciente, es la del uso de cartas el el género: el jugador tiene una baraja con sus habilidades, ataques y/o defensas y éstas se mezclan en su baraja dándole al jugador una mano limitada de opciones entre las que decidir cómo gestionar cada turno.
Estos dos elementos se mezclan en Fretless - The Wrath of Riffson, el título debut de Ritual Studio que colabora con el artista y youtuber Robert Scallon para diseñar un título de estilo pixelart muy animado que también cuenta con la colaboración musical de la banda australiana Northlane. Es decir, un juego con altas pretensiones musicales e influencia metalera que tiene un llamativo aspecto visual, con sus elementos de tempo para aumentar o disminuir el daño, sistema de cartas y momentos musicales de seguir el ritmo. La pregunta que queda por responder es si esta mezcla hace a un buen RPG, así que vamos a tratar de daros la solución:
La trama de Fretless es simple: SMR es la discográfica más importante del mundo y, cada año, realiza una guerra de bandas para decidir en el concurso quién firma con ellos un contrato para sacar el próximo disco popular. Por si no queda claro, SMR es en realidad una compañía malvada que le roba el alma a los músicos que contratan con ellos y que hace experimentos con monstruos sonoros, pero nada de eso le entra en la cabeza a nuestro protagonista, Rob, quien parte de su poblado de músicos a participar en el concurso. En su camino se encontrará rápidamente con las criaturas de la compañía y, al ver que podemos derrotarlas, incluso sus músicos de cabecera intentarán darnos caza, haciendo de nuestro viaje una auténtica odisea, con varios momentos humorísticos para tratar de aderezar el viaje.
Sin embargo, el juego sufre varios problemas en su argumento: para empezar es... eso, lo que hemos contado. No hay más variedad, giro o nada que sea mínimamente llamativo en esta trama. Todo es típico, normal y relativamente predecible. Los chascarrillos nos pueden sacar alguna sonrisa, pero no son habituales, también debido a que nuestro protagonista es completamente mudo argumentalmente. Esto hace que buena parte del juego se centre en su parte jugable y la trama quede como "la siguiente trampa de SMR que debemos superar", sin más. Eso, unido a la cortísima duración de la misma (por debajo de las diez horas) hace que se sienta como excesivamente simple para tener algún aspecto a destacar.
Fretless sí es más destacable en su sistema de combate. No por su concepto como tal, ya que es muy similar a títulos como Slay the Spire: cada turno robamos hasta tener seis cartas en nuestra mano, con habilidades, ataques y defensas, viendo lo que el enemigo va a hacer y cuánto daño puede causar. El objetivo general es bloquear o minimizar el daño que recibimos y causar el máximo posible a los rivales eligiendo tres cartas a jugar cada turno. Tras el mismo, el o los enemigos atacarán sobre nosotros y así seguimos hasta que uno de los dos caiga. Como comentamos antes, tanto al atacar como defender deberemos pulsar el botón en el momento correcto de la animación (marcado por un brillo) para aumentar o disminuir el daño causado o recibido. Un sistema a prueba de bombas que funciona perfectamente y hace a los combates (fijos en cada escenario, pero repetibles saliendo y entrando en la pantalla) interesantes.
Pero lo son aún más porque nuestro personaje deberá llevar uno de los cuatro instrumentos posibles del juego, que logramos conforme avanzamos en nuestra aventura: la Guitarra será equilibrada, el Bajo se centrará en generar escudos, el Teclado causará estados alterados y la Guitarra de ocho cuerdas nos causará daño para aumentar su potencial. Estos instrumentos tendrán diferentes momentos donde brillar y, de hecho, contra ciertos jefes será incluso recomendable usar uno adecuado, bien porque su daño pide generar barreras para sobrevivir, porque escala demasiado en poder y es mejor intentar acabar rápido, porque el combate se centra en estados alterados... Esta variedad es de lo mejor del título, ya que en sí tampoco es que haya tantas cartas por instrumento: a lo largo de la aventura nos podremos hacer con otros tríos de cartas al superar ciertos retos, pero muchas de ellas tampoco son tan destacables o crean sinergias específicas que pueden no interesarnos, así que normalmente iremos con un núcleo con pequeñas variaciones, como potenciar las cartas que más nos gusten gastando materiales que logramos de los enemigos derrotados o comprando en tiendas. Además, nuestro personaje podrá cargar una barra que nos permitirá ejecutar una supertécnica especial que causará más daño si acertamos las notas al estilo Guitar Hero (y que también podremos usar para reducir el daño de jefes enemigos que hagan lo propio).
El sistema de progresión, además de mejorando las cartas, también nos lleva a conseguir o comprar accesorios para cada instrumento, que les aportan diferentes pasivas que fortalecen diferentes variedades estratégicas de los mismos. Cada instrumento podrá llevar tres de estos accesorios (son de tipos concretos, como cordajes, pastillas accesorios... no será posible usar dos cordajes distintos al mismo tiempo, por ejemplo) y nuestro personaje podrá equiparse tres pedales, lo cual hace un total de seis pasivas al mismo tiempo con las que intentar darle forma a lo que buscamos hacer. La variedad de posibilidades es bastante sólida para la corta duración del título y, aunque es normal tender a quedarse con alguna propuesta que nos funcione, en muchos momentos sentiremos que es mejor cambiar porque nuestro instrumento no rinde contra las habilidades de ciertos enemigos. Por cierto, mención especial para el sistema de estados alterados: tanto nuestro personaje como los enemigos tendrán tres ranuras para estados, tanto positivos como negativos, de forma que si conseguimos un cuarto el más viejo se eliminará y así se mantiene el ciclo. Esto hace que podamos eliminar estados negativos generando estados positivos o incluso perder alguno con otros estados negativos, lo cual hace dinámicas muy interesantes, sobre todo por la existencia de un estado alterado que no hace nada... pero causa un elevado daño si rota fuera de la barra.
Si el sistema de combate resulta divertido, la exploración de los escenarios será también llamativa, con caminos o recovecos ocultos donde encontrar recompensas o incluso jefes opcionales en cada región con el que tener un encuentro intenso para conseguir algún accesorio. En varios puntos encontraremos también algunos puzles sencillos, como empujar bloques, esquivar las miradas de los enemigos a lo Metal Gear, cumplir tareas opcionales como una cadena de favores... Se hace entretenido y ameno durante toda su reducida duración, aunque también hay que decir que la dificultad (incluso en normal) a veces da algunos saltos o sufre caídas (generalmente los momentos donde cambiaremos de instrumento) y que hay veces que determinados combates vendrá mejor perderlos para regenerar a nuestro personaje en la pantalla anterior en lugar de seguir intentando minimizar el daño porque nos quedan 10 puntos de salud tras los cuatro combates previos. Pero en general se sentirá como bien equilibrado... siempre que logréis defenderos y minimizar el daño de los ataques enemigos, claro.
El estilo pixelart de Fretless es sólido y cuenta con bastantes animaciones para nuestro personaje, que se moverá con elegantes gestos y tomará diferentes poses o ejecutará las diferentes habilidades de cada uno de los instrumentos. Los superataques lucen bien, tanto los nuestros como los de los enemigos, los escenarios no son demasiado variados dada la duración del título, pero son decentes... Vamos, que está a buen nivel, aunque la versión que probamos podía tener algún pequeño error visual que se corregía con el tiempo o simplemente reiniciando el juego. Seguramente la mayoría desaparecerán o en su lanzamiento o tras las primeras semanas y, tranquilidad, no son errores demasiado serios.
La música, no podía ser de otra forma, es de buen nivel, aunque se hubieran agradecido temas vocales, composiciones que variasen según el instrumento usado o alguna composición que de verdad resulte llamativa. La mayoría acompañan bien, pero poco más. El título ofrece textos en español muy correctos y no cuenta con doblaje, pero hay que destacar la existencia de elementos en los escenarios que hacen sonar notas al pasar sobre o junto a ellos, lo que es un detalle que no aporta demasiado, pero le da un toque musical extra al juego.
Fretless - The Wrath of Riffson tiene dos problemas claves: argumentalmente es sosillo y dura demasiado poco. Todo lo demás es interesante: el sistema de juego es variado y pide que el jugador se adapte a los enemigos cambiando sus estrategias, la dificultad da algunos tumbos, pero generalmente se maneja bien, la música, gráficos y exploración cumplen bien... Pero es un composición muy corta para que destaque demasiado en este entorno donde hay tan buenos juegos en el mercado que le superan en sus prestaciones.
Puede venir bien si estás buscando un juego ligerito para un periodo vacacional que acabar en dos o tres tantas, pero ni sus buenos elementos destacan lo suficiente para que pase de ahí. Es un poco como esas canciones que a veces suenan en la radio pero están muy lejos de ser hits, que recuerdas cuando suenan pero las olvidas en nada de tiempo. Aún así, no hay que olvidar que se trata de una obra debut y que aún así se han tomado decisiones como traducción a varios idiomas y muestra muchos elementos que rayan a un buen nivel. Si el próximo lo hacen más extenso y con una trama algo más variada, este estudio puede tener un gran potencial.
Fretless - The Wrath of Riffson está disponible desde hoy mismo en PC. Este análisis ha sido posible gracias a una copia ofrecida por PlayDigious a través de Press Engine.
No hay comentarios